El globo cromado encierra memorias, ideas y deseos. Inflado como un recuerdo que nunca se detiene, refleja identidades, refleja a quien lo observa. Es un espejo móvil que captura al mundo entero en su superficie, un recordatorio de que el ego no es más que una proyección brillante, una máscara pulida que cargamos día a día. Allí, en ese reflejo, habita tanto lo que somos como lo que decidimos mostrar. Nimbo sostiene esta esfera como quien lleva sobre sí la memoria colectiva y personal de lo humano.

El cuerpo transparente expone la otra cara de la existencia: el alma. Una materia intangible que no necesita ser vista para existir. Es fragilidad y fortaleza a la vez, una vibración silenciosa que late sin pedir atención, pero que lo sostiene todo. La resina cristalina no oculta, revela lo invisible. Es lo efímero que sin embargo permanece; lo que nunca se toca, pero siempre se siente. En esta transparencia se concentra la verdad más desnuda de cada ser.

Las medias blancas son el símbolo de un inicio. Son pasos limpios que aún no cargan con huellas, pero que ya trazan un camino posible. En ellas se proyectan las decisiones, los gustos, las personalidades y los sueños que comienzan a delinearse. Caminar es la acción más cotidiana y, al mismo tiempo, la más existencial: paso tras paso se define quién se es y quién se será. En Nimbo, las medias son memoria en construcción, destino que todavía respira inocencia.

White Soul es más que una colección: es el punto cero de un universo. No llega como conclusión, sino como origen. Es la primera respiración de Nimbo, el momento exacto donde el silencio se transforma en presencia. Esta colección no adorna ni decora; en cambio, abre un lenguaje. Un lenguaje limpio, directo, profundo y sin exceso. Un manifiesto que celebra la transparencia como valor, el reflejo como pregunta y el camino como posibilidad.